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Otra vez el Cusco

Publicado: 2010-09-22

Para variar, nuevamente el Cusco en paro. Nuevamente la toma de carreteras, de puentes, de instalaciones estratégicas como el Aeropuerto, nuevamente caos general en las calles, cierre de negocios, suspensión de clases, de vuelos, etc. etc. etc. Esto ya parece una maldición que no solo es propia del Cusco, sino de toda la sierra sur del Perú: Cusco, Puno, Apurimac, que es precisamente la zona más pobre del país. No es pues extraño que sea tan pobre. Los mismos habitantes del Cusco son los que se ponen las piedras a ellos mismos. Los mismos cusqueños dañan su imagen mundial. Los mismos cusqueños perjudican sus negocios, sus calles, sus plazas, etc. ¿A quién diablos le importa que ellos mismos se maten o se destruyan? A nadie. Lo máximo que se puede sentir por ellos es lástima.

Pareciera ser que un instinto autodestructivo persigue a los cusqueños. No les interesa perjudicarse a ellos mismos. Sus continuos paros no le hacen daño a nadie en todo el Perú. A los únicos que debería preocupar es a los mismos cusqueños que dejan de ganar. Si hay alguien a quien dañan es a sus propias fuentes de ingresos: los turistas. Por ello, esos paros cusqueños son los actos de estupidez más grandes del mundo.

Lo lamentable es que ya han tomado por costumbre hacer ese vandalismo. Los pobres diablos parece que son manipulados por los mismos miserables de izquierda de toda la vida. Allí se los ve con sus banderas rojas, gritando las mismas consignas de odio consabidas.

Es curioso cómo en este país le han lavado el cerebro a la gente para evitar reconocer la responsabilidad de su propio fracaso y achacárselas a otros. La prédica de la izquierda, desde los días de Marx, consistió en culpar al capitalismo. Desde esos días, la izquierda consistió en una base de odio social sobre una ideología engañosa. El mensaje era siempre el mismo: tú no eres el culpable de tu propia pobreza sino otro, ya sea el capitalista, el empresario, el Estado burgués, etc. Todo el mundo es el responsable menos el mismo hombre. Y todo se arregla con violencia. Hay que matar a los opresores. Así es como empieza esta historia. Y esa ha sido la prédica de la izquierda siempre.

Mientras que en los países desarrollados tienen muy presente que uno mismo es el responsable de su éxito y de su fracaso, acá han convertido al engaño en estrategia política. Estas regiones de la sierra seguirán siendo tan miserables como siempre mientras no reconozcan su propio papel en su miseria. No les interesa aprender. Les dan dinero del canon y lo despilfarran en idioteces: monumento al sombrero, plaza de toros, coliseo, etc. No piensan en mejorar sus vías, en mejorar su agua potable, en tratar sus aguas servidas, en ampliar su frontera agrícola, en nada de eso. Solo piensan en sus fiestas patronales, en sus borracheras y procesiones. Mientras sigan creyendo que su atraso se debe al olvido del Estado o a la explotación de las transnacionales, seguirán en la miseria. Más aun, si continúan por la senda de la autosdestrucción.

Lo peor de todo es que el Cusco es la vitrina del Perú en el mundo. La mayor parte del turismo que llega al Perú se va al Cusco. Esto quiere decir que todo el Perú se está ganando esa imagen de aldea cavernícola, llena de salvajes descarriados. Una lástima realmente. Y así algunos economistas emocionados por las estadísticas creen que vamos a llegar al primer mundo. Con esta gente, imposible.


Escrito por

Dante Bobadilla Ramírez

Psicólogo cognitivo, derecha liberal. Ateo, agnóstico y escéptico.


Publicado en

En busca del tiempo perdido

Comentarios sobre el acontecer político nacional y otros temas de interés social