#ElPerúQueQueremos

Esa despreciable condición humana

Publicado: 2010-09-28

A pesar de que nunca me ha interesado demasiado el tema, tengo la impresión de que esta ha sido la campaña más sucia de todos los tiempos. Y esto a pesar de que hoy existen infinidad de leyes que norman cada resquicio del proceso electoral, incluyendo a los partidos políticos. O tal vez precisamente por eso. Creo que se ha batido el record de tachas. Pero lo malo es que el 90% de las tachas han sido hechas con evidente malicia. Solo por odio o como estrategia de guerra sucia, para derrotar al oponente desde antes de las elecciones. Me parece que el PPC va a cosechar una moraleja muy interesante si no gana Lourdes, porque ellos tacharon a Kouri por una sutileza legal, y con ello generaron la avalancha de Susana, una perfecta desconocida para la gran mayoría al inicio de la campaña. Hay tachas presentadas por personajes fantasmas, pero que han pagado lo que cuesta presentar una tacha, solo para perjudicar a un candidato, como el de la tacha presentada a última hora contra Susana Villarán. Hay tachas estúpidas como la presentada contra el Señor Francis Allison, a quien a lo sumo se le puede acusar de tonto. Se trata de un sujeto que siempre ha vivido en Magdalena, y creo que hasta por varias generaciones atrás, y sin embargo lo tachan por una sutileza legal, en realidad una estupidez legalista o leguleyada. Pero lo más increíble de todo es que el Tribunal Electoral ¡admite la tacha! ¿En qué país vivimos? ¿Qué clase de Tribunal es ese? ¿No les enseñan a los abogados en la universidad a despreciar las leguleyadas?

Algún periodista debería hacer algo útil por su profesión, y emprender una investigación sobre las tachas más absurdas presentadas en este proceso y que han generado la avalancha de tachas que se ha visto, tal que muchísimos candidatos han estado en salmuera hasta el final. Por su parte los congresistas deberían pensar en la manera de resolver este problema. Y creo que la mejor solución sería derogar unas cuantas leyes. El exceso de leyes no ayuda sino que produce estas cosas, perturba la marcha normal de la vida. Un estudio hecho en los EEUU a fines de los 80 determinó que el exceso de leyes creadas a partir de los 60, promoviendo una gran cantidad de derechos sociales, produjo una avalancha de abogados al sistema, y los juicios empezaron a multiplicarse exponencialmente. De 1000 mujeres y 15,000 hombres que se incorporaban a inicios de los 60, pasaron a incorporarse 15000 mujeres y 22000 hombres a mediados de los 80. El crecimiento fabuloso de las acciones legales, produjo un efecto parasitario en la economía de EEUU. El cálculo indica que cada abogado nuevo que se incorporaba al sistema, disminuía en 2.5 millones de dólares el PBI, y que había un excedente del 40% de abogados. Esa clase de estudios no existen en el Perú, o al menos no los conozco, pero estoy seguro que perdemos una buena cantidad de millones y reducimos bastante el PBI, por la cantidad exorbitante de procesos judiciales, que en buena cuenta es una actividad ociosa de miles de personas. Estoy seguro que más de la mitad de los procesos han sido promovidos por esa lacra social que es la gente que vive para molestar a los demás, los envidiosos, los insidiosos, los venenosos, los vengativos, etc.

Pero esa lacra no está solo en la calle. Está también dentro del sistema legal. Hay funcionarios que llevan al extremo el sentido de las leyes y crean procesos por cuestiones insulsas. Por ejemplo, acaban de abrirle proceso al General PNP Miguel Hidalgo, acusándolo de peculado, por usar el automóvil que el Estado le asigna para irse a una hostal. ¡Qué cosa tan estúpida! Y lo peor de todo es que el fiscal usa como prueba un video que viola la intimidad del General Hidalgo, conseguido fraudulentamente y colgado maliciosamente en Youtube, con el exclusivo propósito de dañar la reputación del General. ¿Qué clase de fiscal es este? ¿Tiene un cerebro o una computadora con un software legal? Pero el otro tonto es el juez que ampara la denuncia y abre proceso. ¿Qué es lo que pretende todo ese proceso? Es obvio que nos va a costar más caro la lavada que la camisa. Este es un caso que delata la patética situación de orfandad moral e intelectual en que se mueve todo nuestro sistema legal, y en especial el Poder Judicial, donde hay jueces capaces de todo. Un juez acoge la denuncia de un club de fútbol y exige a la Asociación de Fútbol que le restituyan los puntos. ¿Pero qué carajo tiene que hacer un juez en un partido de fútbol? El año pasado un juez de lo más idiota paralizó nada menos que el Aeropuerto de Chiclayo. Unos años atrás, otro juez de Arequipa inmovilizó toda la flota de una Aerolinea y paralizó sus vuelos. Ahora una jueza acaba de liberar a una terrorista de grueso calibre. ¿Es que acaso no tiene un límite la estupidez de los jueces peruanos?

Pero la estupidez, la maldad y la bajeza no es patrimonio del sistema legal y de quienes lo usan para tergiversar su sentido. Tenemos también dignos representantes en los medios. En los últimos tiempos Jaime Bayli ha asumido el papel protagónico de la tragedia humana en el Perú. Este señorito de quien ya no se sabe qué es, pues no sé si es un periodista, escritor, político, showman, bufón, etc., (ni siquiera estoy seguro si es hombre), es dueño de un programa diario de TV que me parece sumamente inexplicable, pues tan bueno no es, y ha tenido el desparpajo de meterse a hacer campaña electoral de una manera abiertamente sucia. Esto nunca se ha visto en la TV. Por lo menos yo no he visto jamás a un hombre de prensa proclamando su adhesión a un candidato en plena campaña, y además dedicar todo su trabajo a la campaña de este candidato. ¿Es un aporte del Sr. Ivcher a la campaña de Susana Villarán? Parece que sí. Pero además de todo eso, que ya es bastante, todavía Bayli ha llegado a emplear recursos gansteriles para ensuciar la campaña, y solo para favorecer a su candidata. Un periodista tiene todo el derecho de hacer públicos los audios que consigue, siempre y cuando estos se usen en un buen sentido, con buenos propósitos, aporten a la salud del país, a la justicia, etc., o nos prevengan de un peligro. Pero nada de eso ha justificado que Bayli propale un audio mafioso para propalar una conversación privada, con el exclusivo propósito de dañar una imagen y ensuciar una contienda en la que él no tiene nada que hacer. Resulta francamente chocante que esté obsesionado con el tema Cataño, cuando en el fondo es un asunto trivial. Lourdes es abogada y como tal puede y debe defender a cualquiera, aun cuando fuera un narcotraficante, cosa que no se ha probado, pero puede defenderlo y cobrarle por eso. ¿Dónde está el problema?

Yo crecí en medio de uno de las más grandes psicosociales que hubo en el Perú. Fue la farsa montada contra Fernando Belaúnde conocida como "la página once". Esa fue la página más triste de la Prensa Nacional en toda su historia. Usaron esa farsa solo para manchar la imagen impecable de un hombre como Belaúnde, el presidente más honesto que ha habido en toda nuestra historia, sin ninguna duda. Leyendo el escándalo de la "página once" conocí la prensa sucia del Perú, cuando apenas tuve alguna conciencia social. Desde entonces he padecido de una hipersensibilidad contra la basura mediática. Es por eso que me provoca náuseas el papel que Jaime Bayli ha tenido en esta campaña.

Espero que esta campaña acabe pronto para poder respirar por encima de toda esta basura. Y ojalá que la siguiente campaña no sea peor. Pero para que no sea peor y no sigamos cayendo en el pozo de la inmundicia que algunos han abierto para retozar en sus heces, debemos mostrar nuestro asco y no aplaudir esas acciones. Eso se puede hacer. Ya lo hicimos con Laura Bozo. No deberíamos dejar que nadie nos lleve a la inmundicia otra vez. Y hay que denunciar a todos los que intentan utilizar el sistema para pervertirlo, tanto en el sistema legal como en el periodismo.


Escrito por

Dante Bobadilla Ramírez

Psicólogo cognitivo, derecha liberal. Ateo, agnóstico y escéptico.


Publicado en

En busca del tiempo perdido

Comentarios sobre el acontecer político nacional y otros temas de interés social