El fracaso del modelo de izquierda
El gobierno de Raúl Castro anunció que el año próximo despediría a medio millón de empleados del Estado. Según la confederación laboral oficial, por lo menos la mitad de esos 500.000 empleados recibirán licencias para trabajar por cuenta propia (cuentapropistas) y otros 200.000 serán colocados en cooperativas. El anuncio de esos despidos es el evento más reciente en la campaña de Raúl Castro por transformar la economía cubana para alejarla del modelo del Estado monopolizador de la propiedad, que se remonta a los primeros años de la revolución cubana desde 1959. Lo que sigue es un extracto de una entrevista realizada a Samuel Farber, un veterano socialista cubano.
*¿Cuál es el trasfondo del anuncio de que Cuba está por deshacerse de medio millón de empleados del estado?
Creo que lo primero que tenemos que hacer es ubicar ésto en el contexto de un régimen cubano que va en declive, un declive que se ha acelerado debido a una terrible situación económica. Esa situación es el resultado de una combinación de factores. Uno es la irracionalidad y las crisis generadas por el sistema burocrático mismo. Otro es, por supuesto, la recesión mundial que ha golpeado muy duro a la economía cubana.
Así por ejemplo, aunque la tasa de turismo en Cuba se ha mantenido más o menos al mismo nivel, ha bajado el ingreso de ese sector. Y el ingreso de la producción de níquel, que durante los últimos años ha sido más importante que el del turismo, disminuyó dramáticamente debido a que los precios del mercado de materias primas se fueron a pique.
Así que la crisis económica ha sido muy severa y hace años que el gobierno ha estado mencionando que tiene un exceso de un millón de empleados —no medio millón sino un millón. Así que me imagino que el anuncio refleja una posición intermedia – van a despedir a medio millón de gentes en lugar del millón de excedentes. De ese medio millón, se supone que 250.000 van a recibir licencias para trabajar por cuenta propia y otros 200.000 van a ser colocados en trabajos que no son del Estado, específicamente en cooperativas manejadas por los empleados. Esto es lo que ya se ha puesto en efecto con los taxis, las barberías y salones de belleza.
El aviso de los despidos, oficialmente anunciado por la federación principal de trabajadores - anuncio que, sea dicho de paso, más bien le correspondía haber hecho al patrón – no mencionó los planes para los 50,000 trabajadores restantes, quizás porque los van a colocar en otros empleos del Estado o quién sabe en qué.
*Este no es el primer paso que el régimen toma en esa dirección, ¿no es así?
Yo diría que esta iniciativa es un paso de un proceso que comenzó hace tiempo. Varios años atrás, después de que la industria del azúcar se fue a pique, dejando tras de sí grandes extensiones de tierra baldía, el gobierno empezó a alquilar la tierra –con contratos renovables cada 10 años- a gente interesada en trabajarla. El propósito era convertir a esta gente en agricultores privados que trabajaran la tierra bajo su propia iniciativa. Pero estos agricultores no son propietarios de la tierra. Le pagan alquiler al estado por usar tierras baldías y están obligados a venderle al estado la mayor parte de lo que producen a precios fijados por el Estado.
Creo que esta experiencia con la agricultura nos da una idea de los tremendos problemas que se avecinan y que ponen en duda que el desplazamiento de medio millón de empleados del Estado al trabajo por cuenta propia y en cooperativas vaya a funcionar. En el caso de la agricultura privada, la mayoría de la gente a la que le alquilaron la tierra no tenían experiencia alguna en ese tipo de trabajo. Era gente de la ciudad que desesperadamente se agarró de esa oportunidad para tratar de mejorar su situación económica. Pero a esas personas les ha sido muy difícil conseguir las herramientas que necesitan. Y no me refiero a equipos de alta tecnología, ni tractores ni cosas por el estilo. Sólo me refiero a las herramientas más básicas que se necesitan para trabajar la tierra. El Estado ha hecho muy poco por ayudar a esta gente aún con las cosas más elementales. Por eso, hasta la fecha no se habla de ningún resultado que valga la pena con respecto a esa experiencia.
Creo que los negocios privados enfrentarán problemas muy parecidos. Por ejemplo, una de las ocupaciones que están por transferir al trabajo por cuenta propia o a las cooperativas es la reparación de automóbiles. Digamos que una persona que trabajaba para el Estado se convierte en mecánico de automóviles: ¿dónde va a conseguir los repuestos que necesita? ¿Dónde va a conseguir las herramientas? Tiene que ser del mismo Estado quebrado.
Y es aquí por donde entra el problema de la corrupción. La corrupción en Cuba ha impregando a toda la sociedad; la gente tiene que robar para poder sobrevivir. Esto sucede simplemente porque es imposible sobrevivir con la ración mensual del gobierno que cubre las necesidades de la gente sólo por dos semanas. La libreta de raciones ha sufrido constantes recortes y se esperan recortes inminentes de mayor envergadura.
Robar al Estado se ha convertido en una norma general para poder sobrevivir. Sospecho que el ex-empleado del Estado, recién convertido en mecánico de automóviles, tendrá que robarle al Estado para que su negocito también pueda sobrevivir.
La otra posibilidad es que los cuentapropistas reciban la ayuda del capital cubano del exterior, particularmenet del Sur de la Florida. Aunque sea ilegal desde el punto de vista de los Estados Unidos, es probable que no lo sea para Cuba porque ahí quieren que el capital entre a la isla. Pero al permitir la entrada del capital foráneo, ya sea en gran o pequeña escala, Cuba se está adentrando en terreno desconocido en cuanto a lo que ésto puede desatar en la isla.
El gobierno cubano se encuentra en una clásica contradicción de tipo marxista. Tiene que emprender estas acciones, pero si lo hace los resultados pueden subvertir el sistema. El gobierno está entre la espada y la pared.
Antes del anuncio, habían en Cuba 591.000 personas empleadas en negocios privados. Esta cifra incluye a los agricultores antes mencionados y también a 143.000 cuentapropistas en las zonas urbanas. Los despidos añadirán 250,000 personas al grupo de los cuentapropistas y 200.000 personas a las cooperativas. Si nos limitamos nada más a los negocios privados, habrán 450,000 agricultores privados mas 400.000 cuentapropistas en las ciudades, los que a su vez podrán legalmente emplear a otros. Estamos entonces hablando de 850.000 personas de una fuerza laboral de 5 millones – o sea de un 17 por ciento del total de la fuerza de trabajo en la isla.
Lo que quiere decir que el gobierno está creando una pequeña burguesía legal en Cuba – y menciono el término “legal” porque hay mucha gente que ya lleva tiempo trabajando en su pequeño negocio pero ilegalmente. Es imposible saber las consecuencias que ésto vaya a tener porque no ha existido una situación como ésta desde los años sesenta. Estamos entrando en territorio desconocido - especialmente si los cuentapropistas logran conseguir que sus amigos y parientes cubanos de Miami inviertan dinero en la isla.
Creo que mucha gente va a acabar en la calle porque muchas de esas empresas no van a poder conseguir los recursos que necesitan para poder funcionar. En cuanto a las cooperativas, serán una imposición desde arriba. No surgirán como parte de un movimiento laboral autónomo, como sí sucedió, por ejemplo, en Inglaterra y en los países escandinavos, donde el movimiento cooperativista se desarrolló como un aliado de un movimiento laboral en ciernes. A los integrantes de las cooperativas en Cuba les faltarán tanto el acceso a recursos como la motivación política para hacer funcionar su empresa.
Así que es muy posible que muchas de esas cooperativas y pequeñas empresas privadas acaben fracasando por las razones arriba expuestas.
¿Y que va a pasar con esa gente? La emigración de Cuba ha estado funcionando como válvula de escape por un buen rato. Pero emigrar es muy caro y burocráticamente enredoso. En Cuba no existe el derecho a viajar. Así que la emigración no va a resolver el problema. Hasta el momento, parte del descontento y enojo con el sistema político se ha vertido hacia la actividad criminal. El problema del robo en Cuba es enorme, y no es robo solamente para mantener un negocito; es robo para poder sobrevivir. Aparte está la prostitución que ya es como una industria turística que nadie quiere reconocer.
Quizás en algún momento esa frustración y enajenación llegue a expresarse en términos de protesta política. Pero ésta es sólo una posibilidad. No quiero caer en el error de insistir que algo va a suceder sólo porque deseo que suceda. Desgraciadamente, las cosas no funcionan así. La fuerza represiva del Estado es enorme y constante.
Tomado de:
Socialist Worker, 20 septiembre 2010. Traducción para sinpermiso.info: Selma Marks.