Ante la apocalíptica oleada de protestas anunciada para el lunes por parte de los mineros, maestros, trabajadores fabriles, choferes, estudiantes e incluso los cocaleros y otras muchas organizaciones civiles, con las previsibles consecuencias que se esperaban, el Presidente Evo Morales decidió salvar su cuello y el de todo su gobierno, anulando el gasolinazo anunciado la semana pasada. Por ahora parece que la calma volverá. Pero es obvio que se acercan negros nubarrones en el horizonte boliviano.

Evo Morales sabe de memoria cómo son las protestas bolivianas y qué consecuencias traen. Así que ha preferido darle al mundo un ejemplo del estilo de gobierno boliviano, anulando todas las medidas económicas que había anunciado para salvar el futuro de Bolivia. Al parecer el Ministro de Economía, Luis Alberto Arce no ha dimitido. Si tuviera algo de criterio tendría que hacerlo en las siguientes horas. Pero en Bolivia todo es posible.

En estos momentos deben estar preguntándose ¿cómo queda todo el presupuesto del año 2011? ¿Habrá un presupuesto en Bolivia? ¿Alguien será capaz de otorgarle créditos sabiendo que su economía hace agua? En este panorama parece obvio que la única salida es buscar el apoyo de Hugo Chávez, quien tal vez decida cargarle el subsidio a la economía venezolana, fiel a su estilo demagógico y personalista. Sin embargo, pese a sus inagotables reservas petroleras, Venezuela tampoco tiene las cuentas muy claras.

El estilo de gobierno de la "nueva izquierda" latinoamericana se basa en el capricho personal del salvador de la patria. En estos países no existen las cuentas ni los presupuestos,  ni las teorías económicas ni la lógica de mercado, ni ninguna de esas cosas que normalmente dirigen al mundo civilizado. Ni siquiera la más elemental cortesía diplomática. Todo lo que hay es una permanente improvisación brotando caprichosamente del cerebro de sus iluminados gobernantes. Los subsidios, las estatizaciones y los pactos geopolíticos, etc., se hacen con la misma facilidad y soltura con que se lanzan epítetos a los gobernantes de otros países o se decide la encarcelación de los opositores.

Sin ninguna duda, Latinoamérica sigue siendo un territorio sorprendente por la clase de cosas que pueden ocurrir en estos países. Ninguna literatura podría ser tan abundante en anécdotas y delirios como la propia realidad latinoamericana. Los novelistas que se esforzaron por retratar a los antojadizos y abusivos dictadores de antaño, tendrán que esforzarse mucho más para retratar a los gobernantes "democráticos" de esta curiosa casta de folclóricos de la "nueva izquierda" latinoamericana.

Debemos estar atentos para que el Perú no caiga en manos de alguno de estos iluminados neoizquierdistas que se ocultan bajo la prédica del nacionalismo, y que ya han mostrado sus impulsos mentales en discursos y acciones delirantes.