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Más ministerios en la demagogia electoral

Publicado: 2011-02-11

Es curioso y hasta intrigante observar cómo a ciertas personas les subyuga la idea de tener un Ministerio como solución a los problemas. Parece que un Ministerio fuese una especie de antídoto o antibiótico que neutraliza el problema. Si no es un Ministerio, un organismo público de cualquier jerarquía es también un buen paliativo. Aprovechando estas creencias populares, los candidatos no se han quedado atrás en las propuestas de ministerios. Ya el actual Presidente Alan García nos ha hecho el favor de llenarnos la burocracia estatal con dos ministerios más (Cultura y Ambiente) y ahora pretende crear otro adefesio ministerial: el Ministerio de la Juventud, nada menos. ¿Porqué no de una vez el Ministerio de la Anti Corrupción, el Ministerio de los Minusválidos, el Ministerio de la Ciencia, el Ministerio de la Felicidad, etc.? ¿Acaso los minusválidos tienen menos derechos que los jóvenes o las mujeres?

El congresista Renzo Reggiardo anuncia sus intenciones de crear al Ministerio del Deporte. Otro candidato pretende crear la Defensoría del Agraviado. El candidato Alejandro Toledo acaba de anunciar su decisión “firme” de crear el Ministerio de la Juventud y del Deporte. En fin, hay todo un delirio por la creación de más ministerios y organismos públicos, como si ellos fueran la respuesta final a todos nuestros males y a nuestras plegarias. Toledo gesticulando en su tono de solemnidad, prácticamente ha dicho que ese ministerio es "un largo sueño de todos los peruanos”. Debe estar exagerando un poco, para variar.

Todo esto no es más que el reflejo de un país chicha y de una mentalidad subdesarrollada. Los ministerios demagógicos nunca han resuelto nada. Veamos esa aberración llamada “Ministerio de la Mujer” que ya va a cumplir 20 años de creación. ¿Para qué ha servido? Absolutamente para nada. Las mujeres están hoy peor que antes. Los crímenes pasionales contra las mujeres no han desaparecido, ni las violaciones, las mujeres abandonadas han aumentado, la prostitución ha aumentado, las mujeres siguen mendigando con sus hijos a cuestas, etc. ¿En qué ha cambiado la realidad de la mujer con la creación del Ministerio de la Mujer? En nada. Absolutamente en nada. Por el contrario, están peor.

Ese solo ejemplo debería bastar para convencernos de que los ministerios demagógicos no resuelven problemas. Los ministerios obedecen a una necesidad ejecutiva. Eso quiere decir que se crean en función de la actividad real del país, allí donde hace falta la regulación del Estado porque hay actividad real. Son los casos de la minería, el transporte, la defensa. Otra razón es brindar servicios generales a la sociedad, como educación y salud, pero solo debieran ir a cubrir las deficiencias del sector privado y no a pretender cubrir todo el espectro. Los ministerios no se crean para inventar lo que no hay. No se crean para mejorar el deporte o para inventar cultura o ciencia. Todo aquello que pertenece al sector privado debe permanecer allí. El Estado no tiene porqué ni para qué intervenir en el deporte. Hay países, como Italia, donde el Estado ya no interviene en la educación. Los principales países del mundo que ganan medallas olímpicas no tienen ministerios del deporte. Los únicos fueron los países comunistas que no tenían sector privado.

Cuando observamos la estructura organizacional de una empresa, podemos darnos cuenta de la lógica funcional que la guía. Por lo general obedece a su propia realidad. No hay gerencias que estén de adorno o que solo traten de impresionar al público. Los únicos casos extraños son los de las empresas que tienen una mala fama y que se han visto obligadas a crear una “Gerencia de Imagen Institucional”, que por supuesto no sirve para nada, pues la imagen pública de una empresa no depende de lo que hace una gerencia sino de lo que hace toda la empresa como organización. Pero en fin, la mentalidad burocrática llega a veces a las empresas privadas.

Observar la estructura organizacional de un Estado nos refleja la calidad de su clase política. De inmediato sabemos si se trata de un Estado chicha, dirigido por unos cuantos payasos jugando a ser dioses, o se trata de una organización profesional que responde a las necesidades reales de una sociedad. Por ejemplo, observar la estructura del Estado venezolano es para echar una amplia sonrisa, si no una carcajada. Es un circo de inútiles que se ocultan tras etiquetas rimbombantes. Leamos algunos de sus ministerios:

- De la banca pública

- De los pueblos indígenes

- De la energía eléctrica

- De la mujer e igualdad de género

- De la cultura

- Del deporte

- De las comunidades

- De la comunicación y la información

- De la ciencia, la tecnología e industrias intermedias

- De la alimentación

- Del ambiente

- De la planificación y desarrollo

En total suman 27 ministerios los que tiene el Gobierno Bolivariano de Venezuela. Otra característica de los payasos y demagogos es que les encanta jugar con el lenguaje. Sus nombres son resonantes y se llenan de adjetivos y adverbios, además de inventar toda clase de eufemismos para no llamarle a las cosas por su nombre sino como a ellos les gusta. Así el gobierno no es solo el gobierno sino el “gobierno bolivariano”. Los ministerios no son solo ministerios sino “ministerios del poder popular”.

Parte de la demagogia es la manipulación mental de las masas mediante la propaganda. Pero esta propaganda no se realiza solo mediante carteles en medio de la vía pública con los mensajes más descarados en favor del gobierno. La propaganda se hace además con la generación de ministerios que cargan nombrecitos significativos para la población. De este modo, inventar un “Ministerio de la Juventud” puede engañar fácilmente a un montón de tontos que creen que ya sus problemas están resueltos.

Si comparamos a los estados por su estructura ejecutiva, veremos que los estados más deficientes, informales y demagogos, con una institución política mediocre, o con falta o carencia de institucionalidad política y democrática, abundan en ministerios con nombres rimbombantes y demagógicos, tal como el de Venezuela, que tiene 27 ministerios. En cambio, el país más poderoso de la Tierra, el más complejo por sus alcances mundiales y su actividad industrial y científica, o sea, EEUU, tiene apenas 14 ministerios. Eran 13 hasta que los atentados del 11/09/2001 obligaron a la creación del departamento o secretaría de defensa interior. ¿Cómo es que un país tan grande y complejo como EEUU se maneja con 14 ministerios y un país mediocre y tercermundista necesita 27 ministerios? Llama la atención que los Estados Unidos, el país más importante, complejo, grande y poderoso del planeta se las arregle con 14 ministerios, mientras que un país pobre y miserable como Cuba necesite 24 ministerios o un país de nivel bananero como Venezuela necesite 27 ministerios. Esto es un simple reflejo de la mentalidad política equivocada de estos gobiernos tercermundistas.

El Perú por ahora tiene 17 ministerios. Si aprueban ese adefesio del Ministerio de la Juventud llegaremos a 18. De hecho ya estamos en la situación de país chicha. Hemos postergado la tan urgente reestructuración del Estado, pero lejos de empezar esta reestructuración, seguimos en la alegre creación de más adefesios ministeriales. Los candidatos, lejos de comprometerse a la tan ansiadad reestructuración del Estado, lo que significa reducción de ministerios y eliminación de montones de organismos públicos inútiles, lo que hacen es prometer más ministerios. Es, sin duda, una triste perspectiva. Mantener todo el aparato público nos resulta cada día más caro. Y no nos sirve para avanzar, sino que resulta un verdadero lastre.

¿Alguien se atreve a decir abiertamente que va a eliminar ministerios? ¿Alguien se atreve a decir que eliminará esos adefesios demagógicos e inútiles del Ministerio de la Mujer, de Cultura, del Medio Ambiente, y otros? ¿Alguien se atrevería a anunciar el cambio de la Constitución para frenar la creación de leyes y ministerios y organismos públicos y eliminar adefesios como la Defensoría del Pueblo, que es una especie de adorno o jarrón chino, completamente inútil, en  medio del Estado? Tal parece que le tiemblan a estas ideas. ¿Por qué creen que los organismos públicos son soluciones si no lo son? Solo sirven para aumentar los trámites, aumentar el gasto público y como agencia de empleos del partido de gobierno.

Los peruanos ya deberíamos saber que a más ministerios y organismos públicos, es decir, a mayor burocracia, mayor corrupción y mayor ineficiencia del Estado. Eso es una ley científica. ¿Tan brutos somos que no aprendemos? ¿Tan tontos somos que nos gusta que nos engañen con caramelos baratos? Hay que detener esta fiebre burocrática de creación de ministerios. Basta ya.

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Escrito por

Dante Bobadilla Ramírez

Psicólogo cognitivo, derecha liberal. Ateo, agnóstico y escéptico.


Publicado en

En busca del tiempo perdido

Comentarios sobre el acontecer político nacional y otros temas de interés social