Encuestas y encuestadoras
El resultado de las últimas encuestas les ha tapado la boca a los articulistas de la izquierda y al mismo Ollanta Humala que antes despotricaban contra las encuestas y las encuestadoras, acusándolas de defender oscuros intereses, de colocarse al servicio de los poderosos y de los medios, etc. ¿Y ahora qué dicen? Ahora sí creen en las encuestas y están felices.
No soy de los paranoicos que creen que existe un complot en el mundo, maravillosamente orquestado, para que ciertas cosas ocurran de cierta manera. Esa es una creencia casi religiosa que copia el modelo del mundo dirigido por un dios. Y es una escusa perfecta para explicar muchos fracasos sin asumir la responsabilidad por ellos. Y cada vez que escuchen o lean a alguien acusando a "los poderosos" de mover los hilos del mundo para llevarnos a cierta condición, es mejor sonreir. Somos nosotros los que creamos esa condición.
Pero esa misma mentalidad relilgiosa es la que cree que hay un ente poderoso llamado Estado, que es capaz de llevarnos hacia el desarrollo, sacarnos de la pobreza y generar la felicidad. También eso es falso. No hay manera de salir de la pobreza si no es trabajando uno mismo todos los días, ahorrando e invirtiendo el dinero en audaces proyectos.
Ahora bien, si no hay "poderosos" moviendo los hilos de las encuestas, entonces debemos buscar otras explicaciones a lo que vemos. Una explicación muy factible es sospechar de la capacidad de ciertas encuestadoras. Ya sabemos bien que algunas encuestadoras no son nada fiables, como IDICE y la PUCP, por mencionar a dos.
Uno entra en sospechas no porque nos disgusten las cifras sino porque tenemos al frente dos mediciones realizadas al mismo tiempo que arrojan diferentes resultados. Podría ser que tengan diferencias de métodos, pero no creo que esa explicación sea suficiente para semejantes diferencias. Los métodos son como caminos diferentes que deben conducir al mismo objetivo, no a otro.
Ahora bien, si observamos todas las encuestas de los últimos seis meses, incluso del último mes, no hay manera de entender lo que ocurre. Tal parece que en el Perú la masa electoral tiene poca idea de lo que quiere. Por lo menos, los fujimoristas lo tienen claro, pero los demás van y vienen de un candidato al otro, como si fueran salas de cine que tienen la misma película.
Lo más sorprendente es el caso de Ollanta Humala. Este señor es la oveja negra entre los candidatos, o la oveja roja, y sin embargo la masa electoral parece no distinguirlo, pues le presta el mismo apoyo que a otros. De hecho, Ollanta ha hecho esfuerzos por mezclarse con los demás candidatos en su apariencia y discurso, y hasta se ha reunido con el Cardenal y exhibido su "Santo Rosario". Su estrategia de mercadeo ha sido eficiente. No hay duda. El lobo ha pasado como cordero a la vista incluso del mismo Cardenal. Por eso ya no me sorprende oír a ciertas personas que se debaten entre PPK y Ollanta. Eso para mi es lo más cerca a la esquizofrenia política.
Sin embargo, el mercado ya reaccionó frente a la trepada de Ollanta. De hecho el mercado es más sensible y menos tonto que los demás. Ollanta ha corrido a dar un discurso a los exportadores para asegurarles que él no es el cuco. Pero aunque diga que garantiza la estabilidad, eso es imposible si en su Plan de Gobierno propone cambiar la Constitución para modificar el régimen económico. ¡Cómo puede ofrecer la estabilidad! Miente descaradamente.
Además de su Plan de Gobierno, hay que tener en claro que su lista parlamentaria está salpicada de rojos extremistas de la talla de Javier Diez Canseco, Nicolás Lynch y Manuel Dammert, perlitas de la izquierda cavernaria que ya tuvieron sus días felices en el Congreso durante los 80. Si regresan ya debemos prepararnos a sus tristes espectáculos, tales como colocar pancartas y banderolas en el hemiciclo o tirarse en los pasillos del Congreso a hacer huelgas de hambre. Ya los veremos alentando paros y marchas hacia el Congreso para recibir a los agitadores sociales en las puertas del Congreso. Etc. Acabamos de ver hace poco a Manuel Dammert dando un patético espectáculo en la Plaza de Armas. Habría que explicarle que ya no está en edad de hacer esos papelones. En fin... ya los conocemos, no voten por ellos.
Lo que está claro en estas encuestas es que hay un cuádruple empate, con PPK siempre algo más rezagado. Y esto a pesar de la PPKmanía que observo entre los jóvenes. Me sigue pareciendo muy extraño. ¿Será que las encuestadoras no toman en cuenta a los jóvenes para hacer encuestas? Puede ser. De todos modos es una campaña bastante reñida. Lo más sensato es no dejarnos llevar por los disfraces que se colocan hoy, por lo que ofrecen en estos últimos días sino por lo que han escrito en su Plan de Gobierno, por su trayectoria personal y por la gente que conforma su entorno. Las palabras se las lleva el viento, pero las personas quedan con sus mismas intenciones, capacidades y limitaciones. Ojo con eso.
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