Errores de campaña
Como suele ocurrir muy a menudo en el deporte, los partidos no siempre se pierden por los méritos del rival sino por los propios errores cometidos. En la política ocurre igual. En la historia reciente de nuestro país hemos visto cómo los candidatos y candidatas favoritas terminan perdiendo por sus propios errores en la campaña. Esto quiere decir que no basta con ser bueno, sino que hay que saber hacer una buena campaña. Y una buena campaña tiene que evitar, para empezar, los errores más infantiles.
El reacomodo de las cifras de estas últimas encuestas resulta muy revelador. Ollanta Humala es el claro ganador en este momento. Y lo único que ha tenido que hacer es no caer en el idiotismo mediático. Los claros perdedores son, por el contrario, quienes se han visto expuestos al ridículo en los programas más estúpidos de la televisión nacional, después de haberse enfrascado en una guerra de insultos mutuos en la semana anterior. Pero el efecto de esta última semana han sido los programas de TV. Acudir a un programa de corte casi infantil, orientado a deficientes mentales, y someterse a sus cánones para quedar en ridículo, no es precisamente una buena estrategia de campaña, cuando uno aspira a ser el Presidente de la República.
Mario Vargas Llosa, sin decir mucho sobre la campaña, ha llegado a expresar que se trata de un torneo de payasadas. No hay mejor manera de graficar lo que hemos visto en las últimas dos semanas. No en vano Castañeda, Toledo y PPK se han desbarrancado en las últimas encuestas mientras que Ollanta Humala ha tomado la punta y Keiko permanece incólume, en su posición, aunque con una leve subida.
Me sorprende muchísimo que estos candidatos cometan errores tan infantiles, teniendo asesores tan caros. Un candidato a la presidencia debería saber que el Perú no es un nido-jardín lleno de infantes imberbes ansiosos por un payasito que los divierta. Nadie quiere tener de presidente a un juglar. De lo contrario, votaríamos por Melcochita o Carlos Carlín. Tal vez Jaime Bayli ya sería presidente. Pero no es así.
En contraste con estos candidatos juglares, Ollanta Humala ha sabido permanecer a la altura y con la sobriedad que un candidato presidencial debe mostrar, sin prestarse a las estupideces que la prensa y los medios televisivos suelen ofrecer. Humala no ha caído en el juego de los reporteros que andan siempre instigando con preguntas idiotas como "¿qué opina de lo que dijo el otro?". Parece que los reporteros de prensa fueran formados especialmente para hacer esta clase de preguntas estúpidas. El único que ha sabido responder con parquedad y evasivas a esta clase de interrogatorios mediocres, ha sido justamente Ollanta Humala. Ni siquiera opinó sobre las intenciones de Bolivia de llevar a Chile a la Haya, una cuestión fuera de contexto.
Los candidatos presidenciales deberían saber que su peor enemigo es la prensa y la TV. Lo son porque en el Perú la prensa y la TV han caído en la miasma del escándalo y el show barato. Lo mejor que un candidato puede hacer es ser sumamente selectivo con la prensa, evitando a los reporteros que les meten el micrófono con preguntas bobas. Quizá la ventaja que tiene Ollanta es que puede emprender la carrera y dejarlos atrás a paso ligero. No se puede andar dando declaraciones a cada rato. Quien habla mucho yerra mucho, dice el dicho.
Pese a que "técnicamente" hay un empate, que es como decir que matemáticamente aun tienen opciones de clasificar a la segunda vuelta, los candidatos desplazados por payasos solo tienen dos semanitas para enmendar sus errores y recuperar la punta. Vamos a ver si lo logran o una vez más viviremos la experiencia de tener un candidato que queda ganador porque los otros se suicidaron.
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