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¿Cuándo se jodió Varguitas?

Publicado: 2011-04-24

Pocas son las veces en que he disentido con Mario Vargas Llosa. Hoy me toca hacerlo nuevamente luego de leer su último artículo en "El país". Un artículo que me parece lamentable y ajeno a la habitual lucidez de nuestro Nobel, debido a la intensa presencia de sus propios fantasmas y odios más profundos. Desde luego, Mario tiene todo el derecho a expresar sus temores, pero siempre se espera algo más de un librepensador de su talla. Por lo menos se espera que sepa dominar esos miedos y sea capaz de nadar hasta la orilla de la lucidez y salvarse. Pero Mario, al menos en este artículo, perece ahogado en medio de sus temores más irracionales.

Estoy de acuerdo en que hay que elegir y se debe votar por una de esas dos perversas opciones que la estupidez colectiva nos ha dejado. Me río de esos gurús iluminados que pretenden ver mensajes en el resultado electoral. No hay mensajes en las acciones sociales como no los hay en el paso de los cometas. El resultado electoral que tenemos en frente es producto de un sistema mal concebido. Este sistema, como ya lo hemos confirmado en los últimos treinta años, está hecho para eliminar a las mejores opciones electorales y condena al país a elegir siempre entre lo peor. No me vengan con "mensajes" en el resultado. Este modelo electoral es un fracaso y debería ser cambiado.

Lo que más me sorprende de MVLL es la inequidad de su análisis, pues demuestra muy buena memoria con Keiko y muy mala con Ollanta. Pero sin duda, lo peor de todo su enfoque es esa obsesión por confundir a Keiko con Alberto Fujimori. En ningún momento Mario se refiere a Keiko o a sus propuestas. ¡En ningún momento! Siempre está hablando de Alberto Fuimori, como si él fuera el candidato. Pensar que es así responde más a los miedos profundos que a la realidad. Y, naturalmente, a mi no me sorprende en lo absoluto que los miedos y los traumas de alguien perturben su conciencia de la realidad. Leer a MVLL despotricando contra Alberto Fujimori en lugar de centrarse en la candidata Keiko nos revela que está poseído por sus traumas del pasado. Todo lo que hace es luchar contra el fantasma de Alberto Fujimori. Dice Mariito:

"No tengo duda alguna de que elegir presidenta del Perú a Keiko Fujimori sería la más grave equivocación que podría cometer el pueblo peruano. Equivaldría a legitimar la peor dictadura que hemos padecido a lo largo de nuestra historia republicana."

No deja claro porqué tendría que ser así. Y a continuación despliega toda su artillería verbal para disparar una carga completa contra el virtual cadáver de Alberto Fujimori.  Hace un recuento histórico de las tropelías del régimen de AF advirtiendo que el pueblo peruano no debe perder la memoria. Ya han pasado diez años y dos gobiernos desde aquellos tiempos. Alberto Fujimori agoniza con cáncer en una cárcel que podría parecer "dorada" en un país como el Perú en donde las cárceles son pocilgas inmundas, pero no en un país medianamente decente que sabe tratar a sus presos. Lo mismo ocurre con Vladimiro Montesinos, cuya vida acabará, sin ninguna duda, en el encierro. Y lo mismo pasa con docenas de miserables que hoy purgan condena, desde ex ministros, un Ex comandante General del Ejército y un Director General de Policía, hasta los rufianes del grupo Colina. Toda esa despreciable lacra está pagando sus culpas hoy, como no había ocurrido nunca antes en toda la historia del Perú. Y esto hay que recordarlo también.

Entonces ¿a qué viene tanto pavor? Keiko tenía 16 años cuando su padre cerró el Congreso. ¿Debemos culparla por eso? ¿Debe pagar Keiko una culpa que ya están pagando esos rufianes? Me parece sumamente injusto achacar a Keiko toda la responsabilidad del régimen de Alberto Fujimori y condenarla por eso. Es desproporcionado y tonto. Y me temo que nuestro estimable Nobel ha caido en esa tontería y en ese exceso.

Es cierto que Keiko, una mujer joven aún, ha cometido sus propios errores y excesos verbales en estos últimos tres meses en que ha estado de campaña. ¿Pero quién no los ha cometido? Ollanta Humala tiene diez años cometiendo errores y excesos que parecen ser transparentes para MVLL, pese a que enumera la admiración confesa de Ollanta Humala por el dictador Juan Velasco Alvarado, líder también de uno de los regímenes más corruptos y perversos de la historia, lleno de abusos y arbitrariedades que, pese a todo, nadie juzgó. Menciona también la inicial simpatía de Ollanta por Hugo Chávez. Y eso es todo.

A Mario le faltó mencionar además, como lo ha hecho con Keiko, la lista de colaboradores que tiene Ollanta, en donde destacan conocidos socialistas marxistas de la época jurásica, vueltos a la vida y ahora al Congreso.  Le faltó mencionar el delirante Plan de Gobierno de Gana Perú, motivo de todas las discordias de hoy en día, a lo que los izquierdista llaman "guerra sucia".  Tampoco ha dicho nada sobre la millonaria campaña que, para decirlo en lenguaje de izquierda, ha sido financiada por oscuros intereses nacionales e internacionales. Lo único que ha hecho Mario es caer en la trampa del hombre moderado que nos ha tendido Ollanta en estos días, con un disfraz y un discurso preparados por sus asesores. MVLL cree que Ollanta ha cambiado repentinamente en estos tres meses, después de demostrar quién es durante diez años. Parece que Mario merece un nuevo premio: el ingenuo del año.

En suma, MVLL se queda muy corto en el análisis de Ollanta y desvía el análisis de Keiko hacia su padre, lo cual me parece equivocado, lamentable y tendencioso. Yo creo que Mario ha corrido a cogerse de los pantalones de Ollanta para librarse de sus fantasmas fujimoristas. Demuestra una sorprendente incapacidad para ver a Keiko y sigue alucinando con el recuerdo de Alberto Fujimori. Dice que votar por Ollanta es un riesgo pero que hay que hacerlo con condiciones y con crítica. ¿Y porqué no hacer lo propio con Keiko? ¿Cuál es la diferencia? En todo caso, ¡estamos exactamente en las mismas condiciones!

No sé si la vida en el extranjero ha alejado a Mario de la realidad nacional lo suficiente como para confundir o perder de vista la naturaleza de la izquierda peruana. Definitivamente Ollanta no es Lula ni lo va a ser. La izquierda peruana no es la izquierda de Chile. Acá aún no se han desligado del marxismo ni han renunciado a las visiones estatistas, tal como lo confirma su Plan de Gobierno. Peor aun, ni siquiera se han alejado de la convicción de que quitarle al que tiene, es parte de la justicia social que ellos propugnan. La izquierda peruana todavía confunde el robo, la confiscación, el saqueo y la exacción con justicia social. Lo acaba de decir Marisol Espinoza en defensa de su Pensión 65: "todo el problema lo hacen los que tienen y no quieren compartir".

En este caso, debo decirle a Mario: no. No voy a votar por Ollanta y nunca votaré por la izquierda peruana mientras no cambien sus mentalidades cavernarias.  Si hay que jugársela, prefiero hacerlo con Keiko. Si hay que ser vigilante, prefiero serlo con Keiko. Ellos ya saben muy bien que no pueden salirse con la suya. En cambio, los de izquierda aun creen que sí.

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Escrito por

Dante Bobadilla Ramírez

Psicólogo cognitivo, derecha liberal. Ateo, agnóstico y escéptico.


Publicado en

En busca del tiempo perdido

Comentarios sobre el acontecer político nacional y otros temas de interés social