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La guerra sucia de la izquierda

Publicado: 2011-05-04

Es habitual escuchar a la izquierda quejarse de guerras sucias mientras pintarrajean paredes, reparten volantes y publican patrañas. En estos días los articulistas de izquierda han acusado una supuesta guerra sucia, simplemente porque se confronta a Ollanta Humala con sus propias acciones del pasado, o porque se discuten sus desaforadas propuestas escritas en el Plan de Gobierno. Al mismo tiempo los voceros de izquierda no han dejado de empañar la imagen de Keiko arrojándole toda clase de acusasiones absurdas, como si ella hubiese estado en el gobierno.

En el colmo del delirio, tan habitual en la izquierda, han llegado a decir que la derecha tiene el monopolio de la prensa, que esta manipula la opinión pública y que por eso la izquierda nunca gana, lo cual sería la prueba inequívoca de que solo mediante la acción armada se puede conquistar el poder. Desde luego, esto es falso de extremo a extremo. La izquierda controla gran parte de la prensa y tiene connotados periodistas entre sus filas, incluyendo quizá al más talentoso caricaturista de nuestro medio. Los de izquierda son dueños de muchas radios que predican la doctrina de izquierda, especialmente en provincias, y poseen programas en radios importantes de la capital donde solo les falta cantar la Internacional Socialista, por ejemplo, en Radio San Borja.

De otro lado, no solo la izquierda no ha ganado el poder. Hay que recordar que un hombre de la jerarquía intelectual de Luis Bedoya Reyes no pudo llegar a la presidencia gracias a la guerra sucia de la izquierda. Y lo mismo ha pasado más de una vez con Lourdes Flores. Sin embargo, en estas filas nadie ha llamado a la insurgencia ni a las armas para tomar el poder. Ni aun Mario Vargas Llosa con todo el apoyo mediático que recibió pudo llegar a la presidencia. De modo que los termocéfalos de la izquierda harían bien en calmarse.

Hoy la guerra sucia de la izquierda empieza quejándose de la guerra sucia, adelantándose así a la acusación. Una estrategia o mañosería que no es nueva en la izquierda. A continuación han vaciado todo el bote de basura del fujimorismo de los 90 y se lo han arrojado a Keiko, como si ella tuviera algo que ver en el asunto. Hay que recordar que durante el gobierno de Alberto Fujimori, Keiko era adolescente y se la pasó estudiando, primero el colegio y luego toda una carrera en el extranjero. Cuando regresó el barco del fujimorismo se hundía. Así que nunca estuvo al frente de ninguna responsabilidad durante ese gobierno y nunca tuvo nada que ver con todas las acciones execrables que se cometieron durante ese régimen.

Keiko tiene todo el derecho de ser ella misma y de construir su propio prestigio. Nadie le puede negar ese derecho con acusaciones descabelladas como las que han lanzado los Vargas Llosa y otros de menor jerarquía. Esa pesadilla de neurótico paranoide que se suele expresar como "si gana Keiko volverán, regresarán, se repterirá, etc." no tiene más fundamento que en las mentes afiebradas por el recuerdo del pasado. A nadie le gusta ese pasado, pero es irracional y estúpido andar diciendo que eso se puede repetir. De ninguna manera se puede repetir, y menos con Keiko porque es la más curada.

El segundo acto de la guerra sucia de la izquierda consiste en mentir de todas las formas posibles, que es precisamente la especialidad de La República, como lo prueba su carátula de hoy. Una primera plana dedicada a un don nadie que dice que le dijeron. Así es como se maneja la prensa de la izquierda. Y se quejan de guerra sucia.

La izquierda ha puesto el grito en el cielo por la llegada de Jaime Bayli, pero nunca dijeron nada cuando este demolía a Lourdes Flores. Ahora parece que les toca probar de su propia medicina. Para contrarrestar este torpedo, algunos han propuesto el regreso urgente a la TV de esa especie de chihuahua con rabia que es César Hildebrandt, dueño de una cloaca mediática que se ha sumado diligentemente a la guerra sucia de la izquierda desde hace rato. Esta cucaracha de biblioteca antigua, cuyo pensamiento se ha quedado postergado en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, que se pasea por la TV con un librito de Basadre como si fuera un predicador bíblico, se ha erigido a sí mismo como el portaestandarte de la moral política. Al parecer no mira sus propias carátulas.

Parte de la guerra sucia de la izquierda es ocultar la verdad de sus intenciones, cambiar su programa político, negar su propio plan de gobierno, apelar a un lenguaje artificialmente moderado, ocultar a sus mastines colorados, contratar a tránsfugas del toledismo, etc. Parece que quieren llegar a cualquier precio al poder. Digo a cualquier precio porque las millonadas que han gastado en la campaña ya no se pueden contar. ¿De dónde sale tanto dinero? ¿Y a qué interés? ¿Por qué ese pitufo pretencioso que se cree el último soldado de la reserva moral del periodismo no dice nada al respecto? Todos andan muy ocupados en arrojarle basura a Keiko. Por lo visto, las portadas de este mes serán de antología para la prensa nacional. Vayan coleccionándolas.

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Escrito por

Dante Bobadilla Ramírez

Psicólogo cognitivo, derecha liberal. Ateo, agnóstico y escéptico.


Publicado en

En busca del tiempo perdido

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