ya acabó su novela

El comandante en su laberinto

Publicado: 2011-05-15

No es ya un título muy original, lo sé, pero no hay otra manera de graficar lo que ocurre con Ollanta Humala y su sancochado Gana Perú, que ya no es solo la gran arca de la izquierda nacional, albergando especies en extinción como los picapiedras de Patria Roja, los trasnochados del velasquismo y los alucinados mentales del etnocacerismo, sino que ahora el nosocomio humalista ha crecido con algunos tecnócratas fujitivos del avión parrandero y los dos gatos de Acción Popular que han decidido maullar junto a Ollanta.

En política algunos apoyos son como el abrazo del oso. Me parece que estas son sumas que restan al humalismo. Lejos de ampliar la convocatoria lo que está logrando Ollanta Humala es desdibujar su propuesta original y perder el apoyo de los ultras y radicales que se sienten traicionados por estas componendas. Ese es el pensamiento de estos sectores. Para muestra copio un comentario que acabo de leer bajo una noticia:

"Estamos desilucionados del Comandante, ahora se une con toda la ultraderecha, cambiando plan original que era del Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada, como hizo nuestro General Juan Velasco Alvarado, nos sentimos desesperados y traicionados, no sabemos que hacer, quizás Keiko nos ofrezca algo más cercano a los intereses del pueblo."

Firmado: Toparpa Huarhua

No hay manera de agradar a todos los sectores y mucho menos a los radicales que representa Ollanta. Javier Diez Canseco sigue insistiendo en que el Plan de Gobierno orinal sigue vigente y que la hoja de ruta es una manera de llegar a esos objetivos como una primera etapa. No hace falta ser muy sagaz para darse cuenta de lo que ha ocurrido en la izquierda. Veamos.

En su desesperación por fabricar un candidato potable a partir de un cachaco mediocre, los estrategas de la izquierda no solo despintaron a Ollanta Humala quitándole el polo rojo para disfrazarlo de visitador médico, sino que le grabaron una colección de clichés en el cerebro. Concentrados en la imagen y el discurso, habían descuidado por completo un detalle: su escabroso plan de gobierno. Es por allí por donde empzó a hacer aguas el arca de la izquierda.

Los marketeros se dieron cuenta del error y emprendieron una desesperada serie de intentos por zafarse del apocalíptico plan, firmando una serie de papeles inservibles. Finalmente decidieron contratar a un equipo de tecnócratas, de esos que siempre están dispuestos a venderse a cualquier gobierno por un plato de lentejas. Los presentaron como un apoyo voluntario pero todos los vieron como tránsfugas.

Hoy el gran dilema de Ollanta es cómo convencer a la derecha sin perder el apoyo de la izquierda. No veo que eso sea posible. Ollanta no puede representar a la izquierda dejando las banderas de la izquierda para levantar las de derecha. No puede mezclar sus planes estatistas y su farra de programas sociales respetando la estabilidad macroeconómica. Ollanta Humala es hoy un cochero confundido al que acaban de darle una nueva hoja de ruta, pero no puede torcer la dirección de la carreta porque todos sus pasajeros se bajarían en la esquina.

Ojalá el PPC hubiera decidido apoyar a Ollanta, ya que al igual que AP, electoralmente no significan nada, pero tienen una imagen muy elocuente y valiosa. No hay manera de quedar bien con Dios y con el Diablo. El malabarismo de la izquierda les va a salir caro. Su margen de derrota ya empezó a crecer.

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Escrito por

Dante Bobadilla Ramírez

Psicólogo cognitivo, derecha liberal. Ateo, agnóstico y escéptico.


Publicado en

En busca del tiempo perdido

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