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¿Cuándo se jodió Mario?

Publicado: 2011-06-02

Esta campaña electoral ha estado marcada por la intervención de Mario Vargas Llosa, y creo que ha sido su actuación más desastrosa en la política desde que perdió las elecciones frente a un desconocido e insignificante Alberto Fujimori en 1990. Lo es por varias razones. Primero porque se ha visto obligado a traicionarse a sí mismo, renegando de su tradicional y lúcida posición liberal, para apoyar a Ollanta Humala Tasso, el candidato de la izquierda más cavernícola que hay en América Latina y a quien antes ya había criticado y combatido. Su increíble escusa ha sido creer en un milagroso y súbito cambio de personalidad de Ollanta Humala.

Ollanta podrá cambiar su discurso pero no puede cambiar su historia personal, ni su trayectoria política signada por la violencia y el desafío al Estado de Derecho, ni puede negar a sus amigos aunque los esconda. Eso tiene que saberlo Mario. Un hombre no es solo su discurso. Es todo lo demás, y principalmente, todo lo demás.

En segundo lugar porque Mario Vargas Llosa no ha logrado convocar a los votantes detrás de su posición incoherente. Antes bien, le ha significado quizá perder amistades o por lo menos el eventual alejamiento de muchos amigos. De hecho, su apoyo a Humala ha sido un golpe bajo a su credibilidad de político avisado e inteligente, y ha quedado como un resentido que prefiere la ingenuidad a la hidalguía. Nadie se quita de la cabeza que sus heridas del pasado han vuelto a abrirse.

Todos saben que Mario Vargas Llosa no solo fue derrotado por Alberto Fujimori en unas elecciones, sino que incluso fue humillado porque Fujimori no era más que un mediocre y malhablado chinito salido de la nada. Fue la derrota de un gigantesco Goliat, compitiendo con la ventaja de un enorme apoyo, a manos de alguien que era solo medio David. Es decir, más que una derrota fue un profundo trauma. Tanto que Mario tuvo que escribir un libro dedicado a esta experiencia para escupir toda su hiel. No obstante, es evidente que no fue suficiente terapia.

Por ello resulta sorprendente que Mario afirme que el nuevo fujimorismo que hoy trata de encarnar Keiko sea exactamente el mismo que gobernó durante los 90. ¿Acaso eso es posible? Incluso materialmente resulta imposible. Hace falta más que desinformación. Hace falta resentimiento y odio. Se requiere hasta mezquindad y estupidez para echarle en cara a Keiko las tropelías y delitos cometidos por su padre. Se entiende todo esto en los fanáticos y siempre alucinados de izquierda, pero de un hombre probo, resulta sorprendente y desilusionante.

Pero sin duda lo más difícil de solventar es que Mario Vargas Llosa, luego de apoyar abiertamente en Chile la candidatura de Sebastián Piñera, representante de una vieja derecha que incluye a los seguidores y colaboradores del General Augusto Pinochet, venga ahora al Perú a apoyar al comandante Ollanta Humala, golpista trasnochado, representante del velasquismo y unificador de las izquierdas más radicales y pestilentes del Perú, incluyendo al pro senderismo. A eso hay que sumarle su ridículo proyecto expresado en un plan retrógrado que se ha visto obligado a retirar para seguir en campaña. ¿Cómo explicar estos dos diferentes apoyos de Mario? Es difícil de entender. Algunos amigos de Mario han preferido callar pero otros ya expresaron su sorpresa con mesura.

Es imposible entender a Mario en este momento. Solo la jauría de izquierda que siempre le dedicó sus ladridos más estentóreos, hoy se deshace en zalamerías al escritor. Pero los demás estamos lelos. No se puede tener un pensamiento y una moral en Chile y otra en el Perú. La inteligencia exige coherencia. Especialmente cuando la izquierda tiene hoy quizá el peor candidato de su historia. Ollanta Humala está lejos de un combativo Horacio Zevallos o de un intelectual Henry Pease. Y desde luego, a años luz de un señor como Alfonso Barrantes. Ollanta Humala no solo encarna a los sectores más radicales y retrógrados de la política peruana sino incluso al viejo militarismo golpista y al mesianismo delirante.

Como corolario de la desafortunada actuación de Mario en esta coyuntura, ahora ha decidido renunciar a "El Comercio" porque no le gusta que haya tomado partido por Keiko. Una reacción que hasta risa da cuando luego nos enteramos de que se ha pasado a "La República", un órgano de campaña de Ollanta Humala Tasso, que no solo ha perdido toda objetividad y decencia sino que ha caído en el peor estilo de la prensa fujimontesinista de fines de los 90. Es decir, a Mario Vargas Llosa le molesta que "El Comercio" tome partido pero no que lo haga "La República", su nueva casa. Por favor, Mario, ¿dónde dejaste la coherencia?

No hay ni punto de comparación en el nivel del apoyo que El Comercio le brinda a Keiko, con ese abyecto estilo de La República para apoyar a Ollanta pero también para atacar a mansalva a Keiko, pergeñando toda clase de infundios y calumnias cada día y a páginas enteras. Tal vez se deba a que el propio Mario nunca ha leido La República. Para ser francos, no creo que debamos juzgar a un medio por su papel dentro de una campaña política. Un error que Mario tal vez acabe por lamentar, como su apoyo a Ollanta, más aun si este gana. Sin duda alguna, esta campaña será para Mario Vargas Llosa una época que más tarde querrá borrar de sus memorias.

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Escrito por

Dante Bobadilla Ramírez

Psicólogo cognitivo, derecha liberal. Ateo, agnóstico y escéptico.


Publicado en

En busca del tiempo perdido

Comentarios sobre el acontecer político nacional y otros temas de interés social