#ElPerúQueQueremos

Sálvese quien pueda

Publicado: 2011-08-18

Ahora que el mismísimo Ollanta Humala se ha puesto al frente de la seguridad ciudadana, y luego de ver y oír su primera presentación pública al frente del adefesio llamado "Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana", más vale que cada quien adopte sus propias medidas de seguirad personal y familiar, porque la cosa va a empeorar, sin la menor duda.

Sin duda, Ollanta hizo bien en permanecer aislado y mudo durante sus primeros quince días. Y lo mejor que podría hacer es regresar a su encierro y mutismo, porque su aparición pública ha dejado mucho que desear. Cada vez que Ollanta abre la boca nos deja con la certidumbre de que es un pobre hombre metido en una camisa de once varas. La Presidencia le queda muy grande. No sabe expresarse, no tiene coherencia en sus ideas, su discurso es trivial y anodino y su uso del lenguaje es horroroso. Lo peor es que no ha dicho nada  que un chofer de combi no pueda decir respecto de la seguridad ciudadana.

La frase más patética que le he escuchado decir a Ollanta Humala en esta última lamentable y desafortunada presentación ha sido esta joyita: "una ciudadana de nacionalidad extranjera, no peruana". Ay, hasta duele oírlo. ¡Mejor cállate Ollanta!

A estas alturas ya se ha hecho evidente que Ollanta Humala en la Presidencia está más perdido que Ciro en el Colca. Después de haberse pasado los últimos diez años vagando sin hacer nada, y viviendo de los cupos que les cobra a sus congresistas, además de algunas otras "donaciones" muy sospechosas, ahora resulta que tiene el empleo más importante del país. Y lo peor de todo es que no sabe nada de nada. En Arequipa tuvo el desliz de confesar que está en un proceso de aprendizaje "que no es nada fácil", según dijo. Bueo, pues, como diría mi tio Arnulfo, eso le pasa por meterse en cosa de hombres.

Todo esto explica la cantidad fabulosa de asesores que ha nombrado Ollanta. (Algunos figuran como asesores de Lerner). Hasta se ha dado el lujo de nombrar un asesor de seguridad nacional. ¿Qué? ¿Acaso Ollanta no es militar y egresado del CAEN? Por lo menos de seguridad nacional debería saber ¿no? ¿Entonces? Bueno, lo que pasa es que Ollanta está premiando a su amigote Adrián Villafuerte, por haberle hecho la gauchada de desaparecer su legajo personal, salvándolo de su vinculación con el caso Madre Mía. Acabamos también de ver cómo los jueces se hicieron los locos con la compra de testigos para que no acusen a Ollanta. O sea, todo vuelve a ser la misma porquería de siempre. ¿Donde está la Gran Transformación, la lucha contra la corrupción?

Este pobre hombre llamado Ollanta Humala, ahora al frente de la grandiosa Comisión Nacional de Seguridad Ciudadana, ha tenido el desparpajo de pedir que las empresas privadas contribuyan con el fondo de seguridad ciudadana que acaba de inventar, como si el sector no tuviera presupuesto. O sea, el Estado Peruano, en el mayor esplendor económico de su historia, está pasando el sombrero para encargarse de su labor principal que es la seguridad. Si el Estado no puede garantizar por lo menos la seguridad ciudadana ¿para qué existe?

Este limítrofe Presidente que hoy tenemos está dispuesto a gastar más de 4 mil millones de soles en programas sociales, en plena crisis internacional, pero abre una cuanta de 70 millones para resolver el agudo problema de la seguridad ciudadana. Encima quiere que las empresas privadas aporten, como si no fuera suficiente con pagar el 30% de impuesto a la renta. O sea, las empresas privadas le dan al Estado Peruano el 30% de sus utilidades, como si fuera un socio, pero este Estado no contribuye ¡en prácticamente nada! Ni siquiera seguridad proporciona. Las empresas tienen que ocuparse de su propia seguridad y gastar millones en un escuadrón de vigilantes, policías (que hoy se los han quitado) y seguros que son muy caros por la inseguridad reinante. Todo esto además de vivir en la zozobra y en la amenza permanente, o incluso pagando ya cupos a la mafia. Y encima Ollanta les pide que aporten al fondo de seguridad... ¡No faltaba más!

A lo anterior hay que añadir que el Estado peruano ni siquiera proporciona justicia. Las empresas tienen que gastar enormes sumas de dinero para irse al arbitraje porque en el Perú prácticamente no existe justicia. Encima de todo esto, el Estado peruano, a través de todas sus instancias, es una rémora para los trámites que se necesitan en todo tipo de actividades, pues hay infinitos requisitos burocráticos insulsos que cumplir, con coimas de por medio. Y encima les piden que aporten al fondo de seguridad ciudadana. Sólo falta que les pidan lo mismo a todos los ciudadanos que han tenido que enrejar sus casas, sus calles y contratar vigilantes para cada cuadra.

La verdad es que este gobierno empieza a dar lástima.

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Escrito por

Dante Bobadilla Ramírez

Psicólogo cognitivo, derecha liberal. Ateo, agnóstico y escéptico.


Publicado en

En busca del tiempo perdido

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