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El debut internacional de Ollanta

Publicado: 2011-09-23

La esperada presentación de Ollanta Humala en la ONU terminó sin pena ni gloria. Con un discurso completamente soso y rutinario aburrió a un auditorio donde los asistentes prefirieron hacer crucigramas, examinar sus blackberrys o conversar mientras tomaban café. Y es que en realidad no había nada que escuchar en ese discurso. Pero analicemos algo de él.

Quizá lo peor de su discurso fue su trillado concepto del papel del Estado como gestor del desarrollo. Un concepto sobreviviente de la Guerra Fría y de la era socialista. El mundo ya sabe lo que es el papel del Estado cuando se mete de gestor y promotior del bienestar social. Lo están viviendo en Europa con la crisis de los estados que han acumulado deudas fabulosas y hoy tienen que despedir a miles de burócratas, cerrar oficinas públicas, reducir los beneficios sociales, y pedir ayuda a gritos como lo está haciendo Grecia y pronto lo harán Portugal y España. Así que la receta humalista de más Estado les habrá sonado a broma a los que pudieron escucharlo.

Hay muy poco que rescatar de ese discurso. De todos modos vale la pena resaltar el ridículo apoyo a la dictadura cubana de los hermanitos Castro. Hay una gran incoherencia entre reafirmar la libre determinación de los pueblos y luego apoyar a una dictadura de medio siglo que tiene prisionero a todo un pueblo. Incluso es incoherente entrometerse en la política norteamericana de no querer comerciar con una dictadura inmoral. Una posición digna de un país democrático como el Perú sería condenar a esa miserable dictadura castrista, en lugar de meterse con el embargo norteamericano. Deberíamos recordarle a Ollanta y a todo el mundo que ese embargo puede levantarse mañana mismo. Solo tienen que convocar a elecciones libres y supervisadas internacionalmente, como se hace en cualquier país civilizado.

Una pena pues que el desubicado Ollanta, en su primera presentación internacional, se sume a los cavernícolas que aún apoyan a la dictadura castrista, en lugar de exigir elecciones libres y democracia plena para el pueblo cubano. Hay que remarcar que la posición de Ollanta no es la posición del pueblo peruano que estoy seguro repudia mayoritariamente a esa vergonzosa dictadura cubana de 54 años. Progresismo sería ayudar a la liberación de ese pueblo cautivo y promover la caída del régimen castrista. Tarde o temprano tendrán que caer. Si no lo han hecho ya es porque en Latinoamérica todavía quedan pazguatos que los apoyan.

En cuanto a Palestina, habría que debatir qué posición le conviene tomar al Perú. Acá no se trata de simples simpatías. Una posición de Estado se toma luego de evaluar nuestras ventajas. Hay que recordar que Palestina fue por mucho tiempo un núcleo de terroristas que usaban la violencia indiscriminada como arma política. No creo que sea tiempo de apoyar a Palestina. En todo caso, que Ollantita nos explique cómo se beneficia el Perú de esa posición. Lo evidente es que esa ridícula posicón de apoyo al Estado de Palestina solo nos genera distanciamientos con quienes sí son nuestros amigos y aliados comerciales.

En suma, una aparición internacional sosa, insignificante y hasta absurda en varios aspectos. Lo bueno fue que Ollanta se limitó a leer y así ocultó sus graves limitaciones de orador y de político. Fue el único presidente que leyó, porque hasta Evo habló sin papel. Lo único que no se puede ocultar ni con un papel son las profundas limitaciones intelectuales de Ollanta y sus abismos en el conocimiento de la política nacional y mundial. Habrá que esperar.

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Escrito por

Dante Bobadilla Ramírez

Psicólogo cognitivo, derecha liberal. Ateo, agnóstico y escéptico.


Publicado en

En busca del tiempo perdido

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