Escribir sobre la doble moral de la izquierda no es nuevo. La verdad es un tema que siempre está presente pero que se soslaya por cotidiano. Sin embargo es saludable mostrarla de cuando en cuando, igual que las advertencias contra los peligros de la radiación solar, especialmente para educar a los jóvenes cuya falta de información es algo preocupante hoy en día.

Podríamos empezar señalando cómo la izquierda "moderna" al igual que la vieja, llega al poder ya no como antaño por la vía de las armas sino utilizando los mecanismos de la democracia, pero una vez en el poder tira por la borda las formas democráticas e instituye un gobierno típico de izquierda, es decir, autocrático, dictatorial y perenne, sin posibilidad de alternancia. Es lo que vemos hoy en Venezuela, paradigma de la nueva izquierda latinoamericana. La izquierda típica criolla latinoamericana se queda en el poder utilizando todos los mecanismos. Acá condenaron la re reelección de Fujimori, pero callaron el medio siglo de dictadura cubana, las sucesivas reelecciones de Chávez y el ridículo sistema hereditario del comunismo norcoreano.

La izquierda criolla se ha tapado la boca para callar en todos los idiomas la menor crítica al régimen despótico de Hugo Chávez. Mientras condenan la represión de Piñera a los estudiantes no dicen nada de la represión de Chávez, quien ha pedido a gritos: "¡échenles gas, y si no me rebano a todos los jefes de la policía!". A los ayayeros de Camila Vallejo no les hemos escuchado decir nada en contra de las agresiones brutales que sufren los estudiantes de la Universidad Central de Venezuela de parte de las facciones chavistas.

Pero volvamos al Perú. Acá los progres siempre se ufanan de ser muy demócratas. En ese afán han instituido el disparate de la revocatoria. Hasta Ollanta Humala hizo campaña a favor de la revocatoria de congresistas. Los progres creen que a mayor elecciones y mayor votantes mayor democracia. Ahora resulta que la revocatoria de Susana Villarán es antidemocrática y sucia, organizada por la mafia de la derecha y... etc. Para qué repetir la tira de sandeces que dicen siempre: los ocultos intereses, los poderes fácticos, las mafias empresariales, patatín, patatán, en otras palabras, la típica teoría de la "conspiración".

Progres, caviares y hueveras han llegado hasta al insulto a la derecha dejando ver su cara de preocupación. Seudoperiodistas, o sea, profesionales fracasados que aterrizan en el periodismo al igual que en el taxi, han emprendido una campaña feroz de defensa de Susana Villarán y arremeten con todo contra sus críticos. Juan Carlos Tafur, un simpático personaje de barrio cuya máxima hazaña conocida hasta hoy es haber inventado un insulto a la derecha, es uno de esos refugiados en el periodismo de cuarta categoría, dirige un diario semiclandestino y comparte un programa radial en donde se limita a recibir llamadas del público y a discutir y hasta pelearse con la gente.

La doble moral de esta gente de izquierda llega a extremos patéticos como los que se ven en congresistas como Jorge Rimarachín y Javier Diez Canseco, dos de los varios malos elementos de izquierda recolectados por la combi electorera de Gana Perú y que hoy, a pesar de estar abiertamente en contra del Gobierno de Ollanta Humala, se niegan a renunciar a la bancada nacionalista para no perder sus privilegios y seguir "blindados". Sin embargo siguen petardeando al gobierno abierta y descaradamente. ¿Alguna vez se había visto tanto cinismo y desvergüenza en la política?

Para no hacerla larga, pues un examen de la doble moral de la izquierda o, para decirlo mejor, la carencia de moral de la izquierda, implicaría un artículo muy extenso, acabaremos mencionando el descarado desbalance que hay en la seudo defensa de los DDHH, convertida en pretexto para defender terroristas, la seudo defensa del medio ambiente cuando se trata de los grandes proyectos mineros pero no contra la minería informal, la seudo defensa de las comunidades, de quienes se acuerdan solo para predicarles mentiras y utilizarlas como carne de cañón en las protestas, etc.

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