#ElPerúQueQueremos

Desmitificando el informe de la CVR

Publicado: 2012-01-25

Veo un fanatismo curioso en torno al informe de la CVR. Parece que algunos quieren convertirlo en una especie de Biblia y ya han empezado a rendirle culto como "documento fundamental". Me pregunto si lo leyeron. Y no solo eso. Me pregunto si lo leyeron y están en condiciones de poder determinar si lo que dice es "la verdad". Porque una cosa es el informe y otra es la verdad. No se trata solo de la narración de ciertos hechos sino de entender por qué pasó todo eso y quién carga con la responsabilidad histórica. Evidentemente hay ciertos sectores muy interesados en que el informe sea aceptado como una verdad incuestionable, y ahora están tratando de mostrarlo a la sociedad como si fueran las sagradas escrituras.

Son los mismos sectores que tienden a convertir todo en una religión estúpida, a asumir sus causas con la fe ciega del militante suicida, a sobrevalorar determinados textos y a endiosar a ciertos personajes para edificar su religión laica. Así fue como se formó Sendero Luminoso. Se respira el mismo hedor de fanatismo en estos sectores que hoy levantan el informe de la CVR y exigen que inclinemos la cabeza, que recitemos sus versículos y lo enseñemos en las aulas. ¿Qué hay detrás de ese informe?

A los legos en materia de lectura y a los iletrados funcionales que hoy abundan, hay que explicarles que el informe de la CVR no fue escrito por periodistas, o sea no es la simple crónica de unos hechos. En gran parte quizá lo sea, pero no en las partes fundamentales donde se "explican" las causas.  Allí es donde un lector avisado se da cuenta de que se despliegan una artes mágicas, un trabajo de albañilería semántica, un afán por construir una verdad antes que simplemente mostrarla. Ese es un trabajo de sociólogos y antropólogos acostumbrados a fabricar realidades, tal como lo hacen frente a unas ruinas, unos cerámicos y unas osamentas. No es pues un trabajo inocente, como muchos creen. Se necesita cierta base intelectual para leer ese informe como corresponde. No es un cuento de hadas pero podría funcionar así.

Para ser franco no he leído todo el informe de la CVR en su extensa totalidad. Se trata de un mamotreto de varios tomos, creo que diez, pero pude concentrarme en los capítulos de mi interés, pues soy un amante ardiente de la historia. Tal vez algún día acabe leyéndolo todo. No lo sé. Aunque no me interesan los detalles de las masacres que conforman gran parte del informe. He tenido particular interés en los capítulos que abordan aspectos que me conciernen como testigo y partícipe de esa época. Tengo la gran ventaja de haber vivido el fenómeno desde adentro, desde el principio hasta el final, y a mí no me la pueden contar.

En un examen de forma, debo decir que el informe de la CVR deja mucho que desear. Seguramente ha tenido varios redactores y eso ha ocasionado que muchas cosas se repitan en varios capítulos y, lo peor de todo, que se contradigan. Alguien tendría que haber leído todo el informe y darse el trabajo de homogeneizar los criterios y recortar las redundancias. Pero no lo hicieron. El informe es excesivamente extenso, tiene una inútil amplitud de escenarios que en nada contribuyen a la cuestión central. En varias páginas simplemente divagan. Tiene vicios de redacción. Recuerdo haberme reído con una nota al pie que decía "Véase las reflexiones de Plejanov". Me recordó los panfletos de San Marcos en los 70. Eso ya nos da una idea del sesgo que tienen los redactores.

En realidad grandes partes del informe -si no todo- tienen el típico sesgo de la redacción sociológica, pero de las malas. No es pues una obra literaria. Concedo que resulta valioso en su balance final si se le valora como fuente de información reunida de primera mano, es decir, de testimonios de participantes directos y documentos originales. En ese sentido, y solo en ese sentido, es muy valioso. Aunque también es cierto que existen otras fuentes igual de buenas como reportajes periodísticos, investigaciones fiscales y policiales, debates del Congreso, panfletos, atestados judiciales, libros, etc. O sea, como he dicho siempre, la CVR nunca fue indispensable en el Perú porque la agresión terrorista sucedió en democracia y en vigencia plena de la libertad de prensa. Nunca hubo pues ninguna "verdad" que descubrir en el Perú. Todo estuvo siempre a la luz. Incluso la CVR lo reconoce así, se nutre también de los diarios y les rinde homenaje a los periodistas.

Por otro lado, creo que hay un amplio consenso en señalar que fue un error designar como presidente de la CVR al rector de la PUCP, además de incluir como miembro a un ex rector de la UNSCH. Las universidades fueron los escenarios del adoctrinamiento de la izquierda y desde donde salió luego el apoyo "moral" del terrorismo. ¿Cómo podían pues estar en esa comisión? Además habían representantes de la izquierda tradicional como Enrique Bernales y Carlos Tapia, cuando sabemos que el problema terrorista provino de la izquierda. Una CVR tendría que haber sido estéril y libre de sospechas. Ya desde allí la CVR estuvo viciada desde su origen, y generó críticas y resistencias desde el primer día. Un gobierno sensato tendría que haber paralizado ese proyecto. Pero Toledo es todo menos sensato. Hoy tenemos un informe que genera discordia y es repudiado por gran parte de nuestra sociedad. ¿Valió la pena esa CVR? Por supuesto que no.

A diferencia de lo ocurrido en otros países como Argentina, Chile o El Salvador, donde los conflictos sucedieron durante y por causas de una dictadura, este no fue el caso del Perú y una Comisión de la Verdad estaba demás acá. No tenía ningún sentido. Pero lamentablemente somos copiones de todo y no pudios evitarlo. Tenemos una casta de intelectuales snobs a quienes les fascina seguir modas internacionales. Así crearon la CVR con la finalidad de darnos supuestamente "la verdad" acerca de lo ocurrido. La tenía fácil porque la verdad la conocíamos todos y hasta había sido publicada en todos los medios. Sin embargo la CVR no cumplió cabalmente su misión. Fue incapaz de darnos una explicación clara, simple y concreta. Se perdió en generalidades tratando de abarcarlo todo y acabó en el limbo. Solo le faltó culpar al clima.

Vamos a centrarnos en un solo capítulo crucial. El capítulo 1 de la segunda parte (Tomo VIII) titulado "Explicando el conflicto armado interno". En principio debería usarse la expresión "agresión terrorista" y no "conflicto armado interno" ya que acá no hubo un conflicto armado, en el sentido en que se entiende esto normalmente, es decir, el enfrentamiento de dos sectores sociales beligerantes que toman las armas y se enfrentan, o sea, una guerra civil. Lo que hubo en el Perú fue una agresión terrorista de parte de dos grupos políticos de izquierda, que atacaron a una sociedad indefensa. Era obvio pues que tales grupos tuvieran que ser repelidos con la fuerza pública de un Estado democrático. Eso no corresponde al concepto de "conflicto armado interno". Sin embargo ese es el término de uso general en todo el informe, y es una muestra de cómo se juega con el idioma para ir construyendo una realidad y una "verdad".

El uso de los términos es importante porque tratándose de una comsión nombrada por el Estado peruano, su documento adquiere el carácter de documento oficial y sus implicancias jurídicas son gravitantes. Bajo la denominación de "conflicto armado interno"  los terroristas pueden alcanzar el estatus de presos políticos. Así que la CVR comete allí su primer gran error, y no lo hace inadvertidamente porque sus integrantes no son tontos sino zurdos. Así como uno examina la calidad de los ladrillos cuando construye una casa, debemos vigilar el lenguaje y las palabras porque acá se está construyendo una realidad hecha con palabras.

Más allá del título este capítulo empieza bien, va directo al grano identificando a los delirantes integrantes de Sendero Luminoso como los causantes de la masacre. Pero acto seguido viene el truco de magia en que la responsabilidad y la culpa de SL desaparecen bajo la manga.

Después de describir las características mesiánicas y caudillistas de Sendero Luminoso, dejando claro que se trató de una secta de fanáticos idiotizados por una absurda ideología que pretendía una sociedad perfecta a costa de un baño de sangre, el informe se pierde inmediatamente en la vaguedad para empezar a enumerar las condiciones históricas del Perú a principios de los 80. Y es en ese momento cuando se empieza a deslizar la idea de que hay "otros factores" que explican la violencia tales como la pobreza, la desigualdad, el centralismo, la brecha de género, la crisis del Estado, etc., etc., etc. Allí comienza una enumeración cansada de las características del Perú como si todo ese escenario fuera el responsable de la violencia. Eso es lo estúpido de este informe. El verdadero responsable ¡¡¡acababa de ser señalado directamente al principio del capítulo!!! ¿Para qué le dan más vueltas?

Este informe da mil vueltas con un solo propósito: tratar de eludir la responsabilidad directa de Sendero Luminoso. En una parte lo dice, pero luego le echa paja para que ese señalamiento quede oculto tras un cúmulo de condiciones precarias que, en efecto, tiene nuestro país desde que fue fundado, y aun conserva. En general este informe da muchas patinadas alrededor de los mismos tópicos pero descuida cuestiones gravitantes en su análisis. Por ejemplo, no aborda las condiciones históricas mundiales durante la Guerra Fría, las cuales incidían en la existencia de partidos políticos de izquierda en nuestro país, y que fomentaban las divisiones en torno a Moscú y Pekín. Más aún, algunas eran financiadas desde el extranjero.

No hace mención de la situación de precariedad institucional en que nos dejó la dictadura militar. El velasquismo generó una época de cuestionamiento de los valores tradicionales, estableciendo el enfrentamiento al sistema, al orden y a la autoridad como los nuevos valores de la sociedad. Tampoco dice nada de la absurda actitud del Estado para considerar la "autonomía universitaria" como una especie de zona liberada, donde se instaló una especie de Vaticano comunista en el que se formaban los terroristas, cancelando la educación superior sin que el Estado hiciera absolutamente nada. Se mencionan ciertos hechos pero no se consideran como elementos en la formación de esa "explicación". Tampoco se aborda para nada el papel de la izquierda parlamentaria en esos años, que impedía un accionar contundente y se mostraba sensible a toda alusión a la izquierda porque inmediatamente se victimizaban. No hay un capítulo dedicado a ellos, cuando merecen tenerlo.

El capítulo dedicado a San Marcos es decepcionante porque empieza en los 80 y llega hasta el 92. ¿Qué pasó con los años 70? Fue en los 70s cuando se gestan los partidos fundamentalistas de izquierda. Nada de eso se describe. Tampoco se toma en cuenta la situación de precariedad en que quedó la Guardia Civil al final del gobierno militar, hecho que le dio enormes ventajas iniciales a Sendero. Tampoco se considera la situación psicológica y cultural del policía y del militar que después de doce años de dictadura militar quedaron con la actitud de ser los dueños del país. Los policías y militares en general, al principio de los 80, eran todos creidos, abusivos, prepotentes, carecían de cultura cívica. No fue nada raro pues que se dedicaran al abuso de civiles cuando les dieron todo el poder en una amplia Zona de Emergencia por tanto tiempo, sin ningún tipo de normatividad ni estrategia a seguir. ¿Qué esperaban que ocurriera?

Así pues, mientras que la CVR despliega todo su esfuerzo en hallar "factores concurrentes" que justifiquen el accionar senderista, no hace lo mismo para explicar las formas de respuesta que tuvo la acción policial y militar. Hay allí un grave sesgo y una diferencia grosera en el abordaje de ambas formas de violencia.

En fin, el informe es francamente malo, deficiente. Le faltan muchas cosas y se explaya inútilmente en un montón de tópicos que nada tienen que ver realmente con el problema, se extravía en un examen general de tipo sociológico sobre diversos aspectos de nuestra realidad que no vienen al caso. Es reiterativo en exceso y no es claro en señalar las responsabilidades de Sendero Luminoso. En este punto es necesario señalar el truco. Es cierto que señalan a Sendero Luminoso como el principal responsable. El problema es que a continuación dedican varias páginas a lavarle la cara a SL apelando a las condiciones históricas del Perú. Dice por ejemplo que SL se nutre de una tradición peruana en el radicalismo, que "resulta muy comprensible en el contexto histórico de discriminación y exclusión social". ¿No es una manera de lavarles la cara?

En realidad el informe hace una inútil arqueología histórica en busca de causas en las condiciones históricas del Perú, cuando no hace ninguna falta porque SL no se basó en las condiciones históricas del Perú sino en un programa político que copió de la Revolución Cultural de Mao. El informe también reconoce esto, incluso reconoce que se trataba de fanáticos delirantes, prácticamente dementes. Pero a pesar de ello se insiste en recorrer la historia del Perú en busca de justificaciones al accionar terrorista. Apela a cuestiones completamente accesorias para levantarlas como "factores concurrentes". Por ejemplo, la pobreza de Ayacucho. Es decir, estos creen que todos somos tontos. Y encima está mal redactado. Hay partes que tienen un lenguaje verdaderamente informal y poco elegante, por decir lo menos.

Hay varios capítulos en los que se pueden discutir sus apreciaciones pues no son muy objetivos. Por el contrario, hacen gala de enjuiciamientos muy subjetivos, sesgados, guiados por un afán sociológico de pintar un escenario complejo donde todas las condiciones, incluyendo el clima, son "factores concurrentes" que ayudan a explicar el fenómeno. Eso es simplemente estúpido. No tienen una ponderación equilibrada de sus criterios y eso obliga a que los temas sean tratados sin una clara prioridad y sin un sentido de coherencia.

Podemos olvidarnos del informe final en su conjunto y dedicarnos tan solo a las "Conclusiones Generales Finales". Hay 171 conclusiones. En casi todas ellas la CVR se dedica a constatar hechos que ya todo el mundo sabía. Toda su enumeración es una lista de verdades vox populi. ¿O no? Incluyendo la vergonzosa actitud de ocultamiento político de los apristas respecto de los excesos que cometían las FFAA, y que fue parte del desgobierno total que vivió el país durante la primera gestión de Alan García, cuando el país estaba librado al caos en todo sentido. La única aportación de la CVR es la cifra espeluznante de muertos, una cifra que nadie le cree, pese a su exactitud matemática: 69,280. Una simple operación nos arrojan 16 muertos diarios entre el 80 y el 92. ¿Están locos? Fuera de eso, en todas sus 171 conclusiones no hay una sola "verdad" que haya salido de esa comisión. Por favor, que alguien lo señale.

No digamos más. El informe es malo. La CVR fue un circo inútil y la conformación de sus miembros fue desacertada. Lamento que hayan aparecido los fanáticos de siempre edificando un altar para el informe de la CVR. Pero realmente no vale la pena. Hay mejores causas. Deberían leerlo. Lo malo es que para evaluarlo correctamente habría que tener dos condiciones básicas: hay que ser un lector consumado y hay que tener información abundante y relevante del fenómeno para que no nos cuenten cuentos.

.


Escrito por

Dante Bobadilla Ramírez

Psicólogo cognitivo, derecha liberal. Ateo, agnóstico y escéptico.


Publicado en

En busca del tiempo perdido

Comentarios sobre el acontecer político nacional y otros temas de interés social