¿Qué significa realmente la marcha por el agua?

Publicado: 2012-02-06

Sin duda uno de los momentos más desalentadores que tiene un ser humano es cuando observa el espectáculo triste de la claudicación de la razón y la emanación de pasiones furibundas expresadas con lemas y consignas fabricadas alrededor de abstracciones absurdas. Es lo que vemos hoy en torno al agua, elegido como pretexto perfecto por los agitadores de izquierda que rechazan la minería. La verdad es que el movimiento antiminero se ha disfrazado de "marcha por al agua". La manipulación ideológica en torno al agua alcanza ribetes de delirio en el momento en que toda la sierra es inundada por la lluvia. Perversos agitadores sumados a los ignorantes de siempre, sirviendo de tontos útiles, proclaman lemas idiotas como "El agua es un derecho".

También podríamos decir que el aire es un derecho, que la tierra es un derecho, que el fuego es un derecho, que la luz es un derecho, etc. Hace ya tiempo que la palabrita "derecho" dejó de tener sentido gracias precisamente a estos agitadores y manipuladores de izquierda, que han hecho de los derechos un refrito de intereses baratos. También dicen que la protesta es un derecho, con lo cual pretenden imponernos el cierre de carreteras, la agitación social permanente y la intangibilidad de los agitadores, en su mayoría vagos asalariados por las ONGs o simples delincuentes que encuentran en las protestas el mecanismo ideal para expresar sus frustraciones.

No podemos negar que la gran masa persigue el espejismo que los agitadores le han pintado en el aire -y en las pancartas- con sus discursos. Por definición sociológica las masas son ignorantes. Se limitan a seguir al predicador de turno y a creer en la salvación ofrecida, ya sea en este mundo o en el otro. Los agitadores de izquierda, muy bien financiados por las ONGs ambientalistas regentadas por comunistas, predican el evangelio de moda: no a la minería, sí al agua. Una dicotomía absurda y estúpida.

Es tan falsa la argumentación de estos marchantes por el agua que en su agenda no tienen una sola propuesta a favor del agua. No piden represas, ni reservorios, ni canalizaciones, ni plantas de tratamiento. Nada. Solo rechazan la minería, lo que en sí mismo no es una propuesta a favor del agua sino todo lo contrario. Está probado que la minería de Cajamarca emplea menos del 2% del agua de que dispone la región. El estrés hídrico de Cajamarca no tiene nada que ver con la minería sino con la falta de infraestructura. Es decir, carece totalmente de sentido utilizar el agua como pretexto para rechazar la minería.

Al contrario de lo que predican estos agitadores de izquierda, la minería podría ser la solución perfecta para solucionar el problema del agua en Cajamarca. Está probado hasta el cansancio que el proyecto Conga incrementará la capacidad de agua de las lagunas que serán afectadas mediante reservorios, y con agua de mejor calidad. Las lagunas serán repuestas después del proyecto. También está probado hasta el cansancio que los proyectos mineros pueden convivir perfectamente con la agricultura y la ganadería, y hasta con la pesquería. Hay varios proyectos que lo demuestran así, como la granja Porcón en la misma Cajamarca.

Pero de nada sirven los argumentos y las pruebas frente a los desquiciados agitadores de la izquierda radical, como el excura Marco Arana, un comunista disfrazado de ambientalista, convertido por estos días en el primer predicador de falacias antimineras. Pretende desvalorizar nuestra principal actividad económica refiriéndose a ella como "exportación de piedras",  siguiendo el libreto escrito por los ideólogos de la izquierda cavernaria, como el economista Oscar Ugarteche, un pseudo intelectual que se dedica a escribir artículos en la revista comunista "Rebelión".

Según estos cavernícolas de izquierda, no deberíamos exportar nuestros recursos naturales a un mercado mundial que los reclama con altos precios, sino que deberíamos guardarlos bajo tierra. En su mejor discurso proponen que el Perú debería convertir esas "piedras" en aviones y computadoras y exportar productos manufacturados. El problema es que semejante discurso se parece mucho al dilema de los adolescentes que se preguntan ¿por qué ellos no son como los ídolos del rock o de la TV? Se miran al espejo y se preguntan qué les falta, y empiezan a llenarse de accesorios huachafos. El dilema que plantean los "intelectuales" izquierdistas es el mismo.

Desde luego, sería ideal que el Perú tuviera ese nivel de industria avanzada. Pero el caso es que no lo tenemos. Y mientras lo tengamos, si es que algún día llegamos a tenerlo, ya que eso no depende de la voluntad de un ministro o de un presidente o de una ley del Congreso, no podemos desaprovechar la oportunidad de colocar nuestros productos en el mercado, y emplear esos recursos en el desarrollo de nuestro país. Así de simple.


Escrito por

Dante Bobadilla Ramírez

Psicólogo cognitivo, derecha liberal. Ateo, agnóstico y escéptico.


Publicado en

En busca del tiempo perdido

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